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🎧 Puedes escuchar el audio mientras manejas, desayunas, te arreglas, cocinas, entrenas, caminas, etc… 🎧
YO NACÍ EN EL AÑO DEL CALDO 🐔
Se usaban cámaras de rollo para tomar fotos, la cuales había que ir a revelar. Eso causaba mucha emoción, y un poco de incertidumbre.
Tomabas poquitas fotos, muy bien calculadas. Las cámaras de video eran grandes. Y siempre había alguien en el grupo o en la familia que se encargaba de capturar los mejores momentos.
Cuando escuchabas en el radio una canción que te gustaba, esperabas a que el comentarista dijera el nombre. De ahí te ibas a Mixup a buscar el disco (album). Si solo te gustaba esa canción te chingabas y comprabas el disco completo, y con el tiempo ibas agarrando el gusto por las demás canciones.
Hoy han cambiado drásticamente las cosas.
Con tu iPhone le tomas foto a un nigiri de salmón o a un crème brûlée decorado perfectamente. También te tomas una foto del grano que te salió en la frente para entender mejor cómo lo vas a resolver.
Vamos a conciertos y queremos capturar en video el momento espectacular que estamos viviendo. El problema es que exageramos y la cagamos tremendamente.
Siempre hay un pendejo o pendeja con su celular gigante y el brillo de la pantalla a tope, bloqueándote la vista en el concierto. No capturan diez segundos de su canción favorita. No. Se echan todo el pinche concierto estorbando y arruinando el momento para los demás. Esos videos rara vez los vuelven a ver.
Por otro lado, hoy puedes escuchar una canción padre y con Shazam sabes inmediatamente cuál es, y en menos de diez segundos ya la tienes en tu playlist de Spotify. Esto es una maravilla impensable hace unos años.
Pero se está perdiendo la magia y el misterio, ¿no crees?
Cuando me encuentro disfrutando una canción, solo estoy pensando en qué playlist la voy a guardar para poder volver a ella en el futuro cercano. Se rompe la magia de este instante.
Yo tengo el problema de querer capturar todos mis momentos mágicos en foto o video. Y muchas veces me pierdo de estar completamente presente.
LA PAZ DE LA PAZ
Este fin de semana estuve en el Mar de Cortés con mis amigos. Salimos desde la Paz en un barco magnífico adonde nos invitó mi querido San.
El momento más mágico de todos fue uno donde no capturamos nada con la cámara. Sucedió a siete metros debajo del nivel del mar. Estábamos cien por ciento presentes.
Fuimos a bucear con los lobos marinos y presenciamos algo difícil de describir con palabras.
Un lobo marino joven se me acercó con curiosidad y empezó a jugar conmigo. Me permitió acariciarlo como si fuera un perrito. De pronto, con sus aletas tomó mis manos y las presionó con fuerza en su cuerpo. Como diciendo “aquí te quedas un rato conmigo”. Luego abrió las aletas y literalmente me abrazó jajaja. Me asusté un poco de que me fuera a arrancar el regulador por donde respiraba, porque me cubrió toda la cabeza y cuello en su abrazo.
Lo más padre de todo es que después se puso a jugar de igual manera con San y Rich. Me llenó de felicidad que ellos pudieran vivir algo así también.
En la segunda inmersión, pasamos a través de una cueva repleta de peces grandes de colores. Vimos corales, estrellas de mar y bancos de peces que nadaban con nosotros. Algo difícil de describir pero impresionante. Era como entrar al mundo de Avatar.
Nada de esto quedó en video, pero la imagen quedará por siempre en nuestro corazón.
Otra de esas noches, Memo y yo fuimos a la popa del barco a presenciar un espectáculo irrepetible. Decenas de mantarrayas pasaban por debajo, iluminadas por la luz del barco. Pasaron peces de colores y tortugas. Los pelícanos de acercaban a la luz para poder pescar. Y todo esto con el cielo más estrellado que había visto jamás. Se podía apreciar la vía láctea a simple vista.
Memo puso una playlist muy acertada y se convirtió en una espectáculo de luz, sonido y la Naturaleza en perfecta sincronía. Vimos estrellas fugaces y mundos lejanos en la inmensidad del cosmos. También hubo un par de canciones bastante oscuras. Memo simplemente me dijo que atravesara esa incomodidad. Y al atravesar esos túneles oscuros, con valentía sané energéticamente algo que estaba bloqueando mi desarrollo.
El último día, la Naturaleza nos dio otro gran regalo: llegaron más de 500 delfines a acompañar nuestro recorrido. Para donde volteábamos, había delfines nadando y brincando. Abarcaban hasta el final del horizonte. Era en la golden hour, justo cuando el sol se estaba metiendo. Estaban tan cerca que escuchábamos su sonido.
Aquí sí capturamos unos videos increíbles. Sin embargo, el que más pudo disfrutar este espectáculo fue mi amigo San, que se sentó en la punta de la lancha a observar en completa presencia. Nos recordó varias veces sobre la gratitud de estar viviendo algo tan mágico. La importancia de dar gracias a Dios.
En mi infancia generé una foto mental que se convirtió en el momento más feliz de mi vida, el cual te compartí en la segunda edición de tu newsletter. Era niño y no llevaba mi cámara, así que me fundí completamente en la inmensidad del océano, justo en ese mismo lugar.
LA OBSESIÓN DE POSEER LA BELLEZA 🌷
En nuestra condición humana, tenemos una obsesión enfermiza por poseer todo. Algunos quieren poseer a una pareja. Otros quieren ir de cacería a matar a un venado precioso y colgar su cabeza en la pared, creyendo que lo poseen.
Encerramos a los animales en jaulas diminutas de zoológicos para ir a verlos cuando se nos dé la gana, o en acuarios para que la gente llegue a tocarles en el vidrio como imbéciles.
Buscamos llenar nuestros vacíos poseyendo más y más, pero el vacío no se llena de esa manera.
Una cosa es tener una cava de miles o millones de euros para compartir vino extraordinario con tus amigos y seres queridos. Otra muy diferente es atrapar tigres y leones en una jaula para presumirlos, como si fueran tuyos.
Sin embargo, viendo el lado sano y regresando al punto principal. La buena fotografía se encarga de capturar esos momentos clave, para inmortalizarlos a través del tiempo. Aquí residen los verdaderos artistas. Son maestros que disfrutan el momento y a la vez toman acción para capturar la foto o el video perfecto.
PARA CERRAR 📩
Entiendo esa necesidad que tenemos de capturar todo. Es algo tan mágico, que no queremos que se acabe. Además queremos compartirlo con nuestros seres queridos. Sin embargo, he ido aprendiendo que es fundamental la moderación, así como el aprender a soltar.
Es importante conectar plenamente con la presencia, con el momento mágico. Tomar una “foto mental” a veces es más valioso que una foto perfecta o un video que apantalle.
No se compara la intensidad de ese presente con la sensación bonita de recordar más adelante, una vez que ves las fotos o el video. Mi invitación es a que re-aprendamos a vivir mucho más presentes. Dejar las cámaras a un lado y reconectar con los momentos irrepetibles de amor, de asombro y de gozo.
La próxima vez que surja la necesidad de captar un momento mágico en tu cámara o celular, primero respira profundo y aprecia desde ti. Si vas a crear algo bello y profundo toma la foto y regresa al momento.
Tus ojos son la mejor cámara que se ha inventado. Están conectados a tu cerebro, así que se trata de experiencias 8k constantes.
Solamente se trata de reconectar contigo. De recordar que todo pasa, y por eso es importante disfrutar esos momentos fugaces con toda su intensidad. Tu corazón se encargará de registrarlos. Para recordarte toda la belleza de estar vivo.
¡Ahó!
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