UNA MUY BREVE HISTORIA DE AMOR
Hace unos años, cuando me fui a estudiar el MBA, estaba sentado en un tren viendo a través de la ventana, en la estación de Redfern. Ahí mi atención fue interceptada inmediatamente.
Una güerita con ojos color canela y yo mantuvimos contacto visual por unos segundos muy intensos. Mi corazón se detuvo por unos momentos, junto con el tiempo. No existía nada en el Universo en ese instante más que ella.
Para mi sorpresa ella entró a mi vagón. Mi corazón ahora empezó a latir con tanta fuerza que estuve a punto de sacarlo por la boca y entregárselo con un moño.
Mi cabeza empezó a dar vueltas. ¿Qué le diré? ¿Cómo me acerco para decirle las cosa más chistosa y cool del mundo para que me dé su teléfono?... No, ni al caso, acabas de llegar a Australia, relájate, vas a conocer a más mujeres… Uff pero está impresionante, y acaba de voltear y me sonrió. ¡No la cagues y ve a pedirle su teléfono! Es AHORA O NUNCA… Aguanta, al rato vas, piensa en algo interesante que decirle… Y así continuó mi diálogo interior durante dos estaciones más.
Cuando llegamos a Newtown me distraje por tres segundos para checar el mapa hacia mi destino. Cuando voltee de nuevo, ella ya estaba saliendo del vagón con un cierto aire de decepción (según yo). Nuevamente mi corazón se aceleró a mil por hora y me levanté para alcanzarla. La puerta se me cerró en la cara y ella volteo con esos ojos brillantes como la miel de maple.
Lleno de adrenalina y con cierta esperanza tomé el tren de vuelta a la estación y la busqué hasta adentro de la maquinita de refrescos… Nunca volví a encontrarla.
Es de las pocas cosas de las que me arrepiento en mi vida. El qué dirán nuevamente me atrapó en su telaraña. Podría haberle dicho “Jelou! I love lamp! jaguar yu, guat is your neim?. Y ahí mismo pedirle su teléfono. Las palabras no importaban. Las palabras se las lleva el viento. Pero mi mente me atrapó tanto en el perfeccionismo y en la opinión de ella, que perdí para siempre la oportunidad de conocerla.
EL QUÉ DIRÁN
¿Te importa lo que van a decir los demás? Como puedes ver, aunque lo he trabajado mucho, a mí sí todavía. Y es en esos momentos cuando mi versión elevada me recuerda algunas cosas.
Una de esas cosas es que me voy a morir algún día, al igual que todos los que me rodean. Así que todos los momentos vergonzosos, todas las idioteces que dije, todos los osos y todas mis equivocaciones y fracasos van a quedar en el olvido algún día. En un par de generaciones no quedará mucho rastro, y si quedara, de todas maneras ya estaríamos muertos jajaja.
Otro punto importante es saber que la gente SÍ va a opinar, SÍ te va a juzgar y SÍ van a decir cosas feas o falsas sobre ti. Es parte de nuestro diseño imperfecto como humanos. Es una verdad que tenemos que aceptar algún día.
Y ojo, no se trata de que nada te importe y salgas encuerado(a) a la calle a decir que nada importa y que el fin del mundo se acerca. No, no, no, eso no.
Se trata de aceptar con madurez que, aunque hablen y digan cosas horribles de ti, solo se están reflejando en su propio espejo.
La siguiente cruda verdad es que ni tú ni yo somos taaan importantes como para tomarnos tan en serio. No importa si eres la Vicepresidenta y CEO de LATAM, NA, APAC & EMEA del último unicornio en Silicon Valley.
Fíjate cómo a Elon Musk le valió riata y le puso X AE A-XII a su hija. O el loquito de Calígula que quiso nombrar senador a su caballo (eso sí pasó a la historia… pero qué importa).
Ahora bien, detente un momento para analizar qué opiniones realmente te importan, y de quiénes. No tiene nada de malo.
Si te importa la opinión de tu pareja o de tus hijos, esto puede venir desde un lugar de amor. Si le prometiste a tu esposa que ibas a dejar de decir chistes de mal gusto en las comidas es porque te importa más tu relación que intentar lucirte.
Puede que te importe acompañar a tu hija a sus clases de karate y echarle porras, para que sienta tu apoyo. El qué dirán no es como lo pintan, como puedes ver.
Lo mismo con tu jefe, o tus clientes. Si quedas bien y superas lo que se espera de ti, se abren más oportunidades en tu horizonte.
Recuerda que hasta tus seres más queridos te van a criticar o juzgar, y eso no significa que te odien, solamente significa que somos humanos imperfectos. Porque tú también juzgas y criticas, no te hagas.
El camino para tener mayor seguridad interior está lleno de rechazos, de abandonos, de humillaciones, de traiciones y de injusticias. Requieres despertar tu valentía para librar esos retos y dificultades.
En este camino algunas personas saldrán de tu obra de teatro y entrarán nuevas. Asimismo, algunas regresarán muchos años después en una versión más alineada a la tuya.
ENCIENDE TU LUZ
Será toda una aventura el atreverte a brillar, aunque creas que opacas a los demás o que los incomoda.
Te dejo esta frase de Marianne Williamson:
“Nuestro miedo más profundo no es el de ser inapropiados.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta.
No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.
Has nacido para manifestar la gloria del Universo que existe en tu interior.
No está solamente en algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.
Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.”
PARA CERRAR
Según David R. Hawkins, la emoción de más baja vibración es la vergüenza. No hablamos sobre la pena de hablar en público o de echarte un pedo enfrente de tu suegra.
Lo que es realmente destructivo es la vergüenza de ser tú mismo(a). Auch. ¿Ves qué feo suena eso? Porque es una falsedad.
Eres un milagro de la Naturaleza, una creación única e irrepetible que merece ocupar un espacio importante en este Planeta, para tu más alto bien y de todo el ecosistema.
Recuerda que todos tienen algo que decir sobre ti: cosas buenas, cosas malas, cosas falsas y sobre todo, cosas que no importan tanto.
Estamos en un juego aprendiendo a vivir, y a nadie nos dieron las instrucciones. Nadie tiene el reglamento correcto de cómo debemos ser.
La única opinión que importa sobre ti es la tuya. Si aprendes a amarte y a mejorar un poco cada día vas por buen camino.
¡Ahó!
Reconecta Contigo.